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Opiniones sobre literatura (Charles Bukowski)

bokowski y linda

Yo a Bukowski no lo conocí hasta que tuve 20 años, más o menos. Me lo presentó –hablando literariamente, por supuesto– un compañero de la facultad que tenía pegada en la tapa de su carpeta una foto del escritor. Yo estudiaba biología genética en la UBA, pero como siempre me interesó también la literatura, me juntaba con los que leían otras cosas, no sólo ciencia. Cuando le pregunté a mi amigo quién era ese viejo con cara de degenerado cuya foto tenía pegada en la tapa de su carpeta él se sorprendió: “¿No lo conocés? Este es el mejor escritor del mundo”, me dijo. Así que con semejante referencia me puse a investigar.

El primer libro de Bukowski que leí fue “La máquina de follar”; cuyo título, a mis 20 años, resultaba más que interesante. Después seguí con “Mujeres”, “Cartero”, “Escritos de un viejo indecente“, “Factotum”, más o menos en ese orden. Los conseguía en la colección de Compactos de Anagrama, que venían de colores vistosos y bien variados. Lamentablemente la traducción era al español de España; y era muy mala. Quiero decir que había que acostumbrarse a leer palabras como “coño” para el sexo femenino, “tía” para mujer o “follar” para coger. Leer a Bukowski estaba mal visto entre las mujeres, y en cuanto una chica se enteraba que lo leías te tildaba de machista, misógino, y vaya uno a saber qué más. No lo podías nombrar; más o menos como pasa ahora con las películas de “Torrente”, por ejemplo.

Retomando el hilo de mi articulito quiero decir que en aquella época, cuando entrabas a una librería, entre la variedad de títulos de Bukowski que había, se encontraba uno que decía: “Lo que más me gusta es rascarme los sobacos”, y a pesar de ser gracioso y atractivo, siempre iba retrasando su compra porque se trataba de una entrevista que le había hecho Fernanda Pivano junto a Joe Wolberg en su casa de San Pedro (California). Ese librito lo fui dejando para lo último porque en un primer momento me interesaba ir derecho a los textos. Siempre pensaba que habría tiempo de leer crítica y reportajes más adelante. Después, finalmente, un día lo compré y después de leerlo el libro anduvo dando vueltas por las estanterías de mi humilde biblioteca por bastante tiempo. Como sea, el otro día me reencontré con ese librito, y hojeándolo un poco, me dije que sería lindo editar un poquito las respuestas para hacer un pequeño resumen con las opiniones que Bukowski vertió en aquella entrevista tan famosa y subirla al blog para los interesados en conocer un poco más del escritor. Así que, sin más preámbulos, aquí el resumen de lo más importante de “Lo que más me gusta es rascarme los sobacos” en la voz del propio Bokowski:

Sobre sus comienzos:

Mira, dejé la oficina de correos hace diez años, cuando tenía cincuenta, y trabajaba en la oficina de correos… Comencé cuando tenía treinta y nueve años. Así que de eso ya son once años. Me fui cuando tenía cincuenta años y decidí convertirme en un profesional de la escritura. Un escritor profesional, según como le vayan las cosas, come, tiene para vino, pone gasolina en el coche, da de comer al gato y se va al cine. Le pagan por escribir a máquina. Y la primera semana fue terrible, estaba asustado. Quiero decir que me creía que las paredes del apartamento se iban a caer mientras dormía: se me derrumbarían sobre la cabeza. La dueña de la casa que alquilaba me decía: «Usted está loco al renunciar a una buena profesión que dura toda la vida». Luego se iba y yo regresaba a mi cuarto y me decía: «Caramba, puede que esté loco. ¿Qué he hecho?».

Sobre escribir:

A esta altura no puedo prescindir de escribir. Tampoco puedo prescindir de beber. Moriría si dejara de hacer alguna de las dos cosas, ¿sabes? De una manera u otra moriría. ¿Bebo cuando escribo o escribo cuando bebo? Escribir es el noventa por ciento de mí mismo. El otro diez por ciento es esperar a escribir.

Me gusta beber y a veces escribo cuando bebo. No, tienes razón, escribir no es en absoluto un trabajo. Y cuando la gente me dice lo cansado que es escribir no lo entiendo, porque… Es como rodar montaña abajo, ¿entiendes? Es liberador. Es agradable, es un vuelo, y te pagan por hacer lo que quieres hacer.

Escribo porque me sale y luego porque me pagan. Quiero decir que escribir es como irse a la cama con una mujer guapa, haces el amor y después uno se levanta y alguien te da dinero.

Escribir es algo que no se sabe cómo se hace. Uno se sienta y es algo que puede ocurrir o puede no ocurrir. Y entonces ¿cómo es posible enseñar a alguien a escribir? No consigo entenderlo porque nosotros mismos, los escritores, no sabemos si seremos capaces de escribir. Cada vez que subo por esa escalera con mi botella de vino, a veces estoy sentado delante de la máquina de escribir durante un cuarto de hora, ¿entiendes? No es que suba para escribir, la máquina está allí, pero si no comienza a moverse, digo, bueno, es posible que ésta sea la noche en que no doy ni una.

Sobre sus temas:

Quiero decir que la naturaleza no me proporciona emociones, ¿entiendes? Como las flores y los pájaros y las abejas y la magia de las cosas que crecen. No es que esté muy preocupado por la crueldad de la naturaleza. No me preocupa gran cosa. Sólo que cuando la gente me dice: «¡Oh, qué hermosa es la naturaleza!», yo contesto: «Sí, si a ti te lo parece». Quiero decir que no voy por ahí pensando que la naturaleza es cruel. No escribo poemas sobre eso. Me parece que le estás dando demasiada importancia. Yo no pienso en la naturaleza. Yo pienso en… Bueno, la tarde del próximo martes voy a las carreras.

No tengo pensamientos grandiosos. No tengo pensamientos amplios de naturaleza filosófica. Soy muy sencillo, y cuando escribo poemas tratan de cosas sencillas. Y creo que éste es el motivo de que tanta gente que casi nunca lee poemas, cuando lee mis cosas entiende de qué tratan.

Me parece que la vida está totalmente desprovista de interés, y esto sucedía especialmente cuando trabajaba ocho o doce horas al día. Y la mayor parte de los hombres trabajan ocho horas por día un mínimo de cinco días a la semana. Y tampoco ellos aman la vida. No hay ninguna razón para amar la vida para alguien que trabaja ocho horas al día, porque es un derrotado. Duermes ocho horas, trabajas ocho, vas de un lado a otro con todas las tonterías que tienes que hacer. Una vez discutimos esto con un amigo y vimos que uno que trabaja ocho horas al día con todas las restantes cosas que tiene que hacer, recoger el permiso de conducir, comprar neumáticos nuevos para el coche, pelearse con la novia, comprar comida: a alguien que trabaje ocho horas al día le quedan sólo dos horas o una hora y media libres para sí mismo. Puede vivir de veras sólo hora y media al día. ¿Cómo es posible amar la vida si sólo se vive una hora y media por día y se pierden todas las demás horas? Y esto es lo que yo he hecho durante toda la vida. Y no la he amado. Creo que si hay alguien que la ame es un enorme idiota. No hay manera de poder amar este tipo de vida.

Soy muy cauto en eso de amar la vida, porque si comienzo a amarla, puede burlarse de mí. Así que voy con mucho cuidado. Sigo observándolo todo.

Casi todos están entrampados en este mundo de trabajo, así que están jodidos. Y los hombres llegan a amar su trabajo, quiero decir que les gusta hacer estos trabajos monótonos, porque no tienen nada más, en realidad están orgullosos de hacer esas cosas. Bueno, que hagan lo que les parezca, a mí nunca me han gustado estos trabajos. He pasado por cincuenta, cien, ciento cincuenta trabajos. Ni uno de ellos me ha gustado. Capté que me violentaban.

Creo que lo que me hace sentir peor es encontrarme entre una multitud de gente, una multitud con mucha gente, y escuchar su conversación. Me hace sentir absolutamente desgraciado. No sólo desgraciado sino que casi me vuelvo loco. Porque allí está toda la humanidad, y yo bloqueado en el centro y eso es todo lo que saben decir. No me gusta la multitud cuando no dice nada. Me gusta estar al margen de las multitudes, de los lugares llenos de gente. Más de una vez bajaba todas las persianas, no contestaba el timbre, a quien llamaba o a lo que fuere durante una semana seguida. Me limitaba a estar tendido a solas en la cama. No ver a nadie, no hacer nada. Es muy gratificante para mí.

Soy indiferente a la destrucción de la raza humana, me da exactamente igual. Si barrieran de la Tierra a toda la humanidad, no se perdería nada. No me importa nada salvar la humanidad. Y tampoco me preocupa salvar la ballena o el gran leopardo blanco o la pantera negra o lo que sea. No me concierne. Lo que me interesa es ir a pie hasta la esquina y comprar el diario y leer la noticia de una violación que ha ocurrido en la calle o un atraco a un banco y quizás ir a comer a alguna parte y beber una cerveza y dar un paseo y mirar un perro o rascarme los sobacos. No me interesan los grandes problemas.

Me convertí en escritor no tanto porque creyera que podía ser escritor sino porque todos los escritores que conocía y que eran famosos me parecía que no valían absolutamente nada. Así que comencé a escribir a máquina intentando decir las cosas de la manera que me parecía debían decirse. Lo que sucedía, dicho de una manera sencilla. Pero yo pensaba en el hombre vulgar que va a trabajar todos los días. Que Hemingway se quede con sus guerras y su valor. Yo tengo otras cosas que me suceden a mí y a todos los que están a mi alrededor. Millones de hombres y de mujeres que enloquecen y son asesinados centímetro a centímetro cada día. Aquél era el mundo real. Aquello era la muerte.

Sobre su método de escritura

En Norteamérica tenemos una expresión que dice «dejarse llevar». Te dejas llevar…

No se debe buscar nada, no se debe apreciar nada, las cosas suceden continuamente. No lo necesito, todo sucede por sí solo. No necesito ir a algún sitio a ver cosas. No necesito mirar el agua y decir: «Oh, mira el movimiento». No tengo por qué decir: «Mira el gato, mira, el gato está cagando». De vez en cuando lo hago, pero la mayor parte de las veces no hay nada que decir, nada que hacer, hasta que me siento delante de la máquina de escribir, y entonces sale todo. Yo no soy uno que piensa. Nunca intento descubrir: «¿Por qué no me gusta esto?». Yo ando con todos mis prejuicios. Jamás intento mejorarme o aprender algo, sino siendo exactamente lo que soy. No soy uno que aprende, soy uno que evita. No tengo ganas de aprender, me siento perfectamente normal dentro de mi comportamiento loco.

Me gusta mantener el libro sencillo y hacerlo todavía más sencillo y luego hacerlo todavía más sencillo. Y cuando me pongo a escribir me gusta sentirme así: Sin saber cuál será la próxima frase. Así, ¿entiendes?, pasa con Fante y con Saroyan y con Hemingway, tomando en préstamo una manera de escribir y luego poniendo en ella mi manera de escribir, por decirlo de algún modo, a través de ella y utilizándola, eso ha sido lo que me ha convertido en lo que soy.

Oh, no escribo nunca a máquina por las mañanas. Yo por las mañanas no me levanto. Por las noches bebo. Procuro estar en cama hasta las doce, quiero decir hasta el mediodía. Si alguna vez tengo que levantarme antes, estoy mal todo el día. Cuando miro el reloj y veo las doce, entonces me levanto y comienzo mi jornada. Luego habitualmente hay un hipódromo cerca, y como algo y corro al hipódromo después de haberme despertado, voy en coche, apuesto a los caballos, luego regreso a casa y Linda guisa algo y hablamos un poco, comemos, bebemos algo y luego subo arriba con un par de botellas y me pongo a escribir a máquina. Empiezo a eso de las nueve y media y sigo hasta la una y media, las dos, las dos y media de la noche. Así. Al final lo reescribo sin beber, para que quede más claro, porque cuando lo he escrito por vez primera estaba borracho. Luego me emborracho de nuevo para ajustar la parte que he escrito cuando estaba borracho. Me emborracho para corregir la parte borracha. Y funciona. Así va muy bien. Y es más divertido. Lo reescribo una vez. Todo una vez, nunca dos. Una es demasiado. Dos es imposible.

Sobre la poesía:

La poesía siempre es lo más fácil de escribir, porque se puede escribir cuando uno está completamente borracho o completamente feliz o completamente desgraciado. Siempre se puede escribir un poema. Así que un poema es algo muy cómodo, es una expresión emotiva que salta fuera. La narrativa, o el relato, debes sentir mucho para escribirlo. En fin, depende de mí, de mi humor. Si me siento bien puedo escribir narrativa y si me siento bien puedo escribir poesía. Pero si me siento mal, ¿comprendes?, la única diferencia es que si no me siento muy bien puedo escribir cantidad de poesías. Y en la mayor parte de mi vida he escrito millares de poemas. Así que puedes darte cuenta de cómo me sentía.

Sobre la fama:

Creo que Europa lleva un par de siglos de adelanto a los Estados Unidos. Creo que la gente es más perceptiva, sabe más, que la cultura ha estado allí por más tiempo. Que viven de manera diferente y son más sensibles. Entienden la realidad más aprisa que los norteamericanos. Es lo único que consigo pensar. Pero si tuviera que vivir allí, no podría caminar por la calle. Si voy a una lavandería a llevar la ropa: Oh, Charles… a cualquier sitio donde vaya, si voy a comer, si voy por la calle, me siguen… Esto te hace sentir muy poco natural y es muy bonito ir por ahí sin tener que pensar: «Soy un escritor, me llamo Charles Bukowski, soy un escritor». Es muy destructivo pensar así. Debes tener esto abierto, sin pensar en ello.

Sobre sus influencias:

Hemingway: Su libros me gustan menos de lo que me gustaron en su tiempo. No tienen sentido del humor. Pero me gustaba su manera de escribir, naturalmente, todos estábamos fascinados por su manera de escribir. Sus textos refinados, cortantes, y luego decía lo mismo las cosas con aquel modo de escribir fácil que me influye, estoy seguro. Inconscientemente intento hacer lo mismo, decir las cosas de la manera más sencilla posible y decir lo mismo que es necesario decir. Bueno, se hizo lechoso, su modo de escribir ya no era directo y fuerte, se domesticó. Sí, se hicieron lechosos, se hicieron grasos, ya no tenían la limpieza de antes.

Saroyan: Tenía un modo de escribir fácil, realmente fácil. Pero era demasiado dulzón, había demasiadas fábulas. Era demasiado optimista, quiero decir Saroyan; y el optimismo es algo nauseabundo. Me habría gustado verle enfadado o deprimido y utilizar aquel mismo modo de escribir fácil.

John Fante: Nadie piensa en él. Y quizás sea el que ha tenido mayor influencia sobre mí. Siempre lo digo en las entrevistas, sí. Lo leí cuando tenía unos dieciocho años y me dije: «Éste sí que sabe escribir». ¿Qué me gustó? Todo. Pero lo primero que leí fue: Ask the Dust. Y me gustó tanto, que hace poco me puse a hablar de él y ahora John Martin, mi editor, lo ha reeditado. Quiero decir que ha vuelto a publicar Ask the Dust, de modo que la gente ha recomenzado a leerlo. Publicó a Fante el año pasado. Fante es relativamente desconocido. Fue descubierto por Mencken H. L. Fante tiene ese modo de escribir fácil y permite que entren un montón de emociones en su modo de escribir. Una debilidad de Fante es que no está en absoluto loco. No hay locura en él. Date cuenta de que la locura es muy interesante. Y a mí me gusta que un escritor sea un poco extraño, o demente: sólo un poco. Yo puedo sentir piedad pero me gusta que sean también un poco locos porque entonces no estoy muy seguro de lo que puedes esperar que digan.

Henry Miller: Sí, la gente dice: «Debe gustarte Henry Miller». Y yo digo: «Bueno, he leído un poco de Miller pero no consigo entrar en sus libros, es okey cuando escribe de follar, pero cuando se pone filosófico me duermo». Su hijo me llamó un día, quería conocerme. Decía que yo era el mejor escritor del mundo. Y yo le dije: «Mira detrás de tus espaldas mientras me estás telefoneando». Y él dijo: «Oh, no, él está acabado ahora, tú eres la novedad»

Walt Whitman: Hay un escritor homosexual, Walt Whitman, era muy bueno. Tenía aquellos versos largos y se limitaba a dejarlos rodar, ¿entiendes? Pero quiero decir que no me interesaba especialmente, me interesaba sólo su energía siempre en marcha. Pero da un poco de sueño leer aquellos versos largos. Pero es el único, Walt Whitman.

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